domingo, 15 de agosto de 2010

tal vez ya era hora de pasar un día así, sin hacer nada. primero intentar levantarse, tomar desayuno con la familia por segunda o tercera vez un domingo en el año. no durar más de 20 minutos a la mesa con ellos. cama. cama y más cama. intentemos con una comedia ligera, i love you phillip morris. maldito dvd pirata que no te deja ver el final. pensar de todo un poco, dormir algo más. ver como cae la tarde por la ventana. un intento de sol, un poco de neblina. bocinas. perros ladrando. la vida sigue afuera, aletargada, dominical. música de nick drake para adormecer algo los sentidos, mirando al techo.

la cama se vuelve pequeña, luego al darme cuenta que no estás tú al otro lado me decido a abarcar todo el colchón. ahora la cama se ha vuelto grande. quisiera pasear sin tener miedo a alguno de esos asaltos a los que Lima está acostumbrándose con pesar estos días. vuelve la ira, piensas en que ya es hora de que alguien le meta un balazo a un choro, que empiece la guerra civil, que alguien haga algo. pero todo el mundo parece tener un eterno letargo dominical en cuanto al tema. vivir en la ciudad es una mierda, extrañas el campo, la provincia de tus vacaciones que solo han terminado hace una semana pero parece como si hubiera pasado ya un año. high hopes de pink floyd.

no hay hambre. aun tienes unos toffees de la iberica para rescatarte unas horas mas. te decides por paris, texas. faraway, so close sigue siendo tu favorita de wenders. las horas han pasado y tu laptop esta hirviendo, sin embargo acercar las manos al teclado ha sido tan difícil como querer correr en sueños. qué sensacion tan conocida, tan familiar. tan pegajosa. como un carro viejo que no arranca. angustia, ahogo, ese hueco en el pecho. reconciliarse con las palabras. he mirado la ciudad desde mi doceavo piso durante tantas horas este domingo que ya puedo sentirme parte de las luces. del camino de luces, de los bloques de cemento, de las nubes. the grass is greener.





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